Monday, August 14, 2006

Mi momento con Donnie Rumsfeld


Esta es una de las historias más increíbles que me ha sucedido en la vida. Muchos de Uds. ya la han escuchado. Otros no.

Sucedió sobre finales del 2004, los yanquis ya estaban instalados en Irak hacía unos meses y acababa de surgir en la prensa, gracias a un blog –¡aguante este medio!, información sobre las torturas de prisioneros iraquíes en Abu Ghraib. Donald Rumsfeld, secretario de Defensa norteamericano, estaba en la mira del mundo entero por violaciones de la convención de Ginebra.

Yo, en ese entonces, trabajaba en la Universidad de Georgetown. Vivía en ese exclusivo barrio washingtoniano y era vecino de varias de esas figurita políticas yanquis (John Edwards, John Kerry, Donald Rumsfeld, etc…). En esa época, la tensión racial con los “brown people” como yo era bastante fuerte. Los que conocen mi complexión, saben que yo podría pasar por árabe o musulmán en cualquier circunstancia.

Una tarde, después del trabajo, tuve un partido de squash a las 7 de la tarde. Salí tarde de la oficina y estaba un poco retrasado. Pasé por casa, me cambié, agarré mi mochila, mi raqueta y salí apurado. En ese entonces, tenía el pelo bien corto y una barba de 2 semanas. Bajé la calle 29 hacia la M Strteet con mis lentes de aviador, mi raqueta empuñada firmemente y la seriedad que me caracteriza al caminar. Es decir, llevaba conmigo una apariencia un tanto Talibán in America.

A más o menos 30 metros de la esquina con la M street, me percato de la presencia de una Camioneta Chevrolet Suburban negra con sirena en el techo y un negro enorme de traje y auricular transparente adentro. Claramente, el negro y el vehículo eran del Secret Service. El negro me miraba y le hablaba a algún micrófono escondido. Su cuello era el doble de diametro que su cráneo. No le dí demasiada importancia.(¿Yo? Uruguasho, viste?) Estaba apurado para mi partido de squash. Tenía un desafío importante y no me gusta perder. Estaba concentrado en ese desafío y apurado para llegar en hora.

Al llegar a la M Street doblé a la izquierda. Seguí mi paso apresurado mirándo hacia el piso concentrado en los tanto que le iba a hacer a mi contrincante. De un momento a otro, me sentí observado. Levanté la vista y vi a otros dos agentes de Servicio Secreto mirandome fijo. Quedé un poco sorprendido. Dos yanquis enorme igualmente trajeados pero blancos esta vez. Bajé la vista y seguí mi rumbo. De pronto, volví a levantar la vista y lo ví. El mero Donald Rumsfeld mirándome a los ojos aterrado de mi pinta de talibán hacercándosele a velocidad crucero y con un raqueta de squash que seguro pensó que sería un arma de asesinato hig tech. Los dos mastodontes se avalanzaron y se pararon entre yo y Donnie R. Seguí mi rumbo.

Al día siguiente, lo ví por CNN evadiendo preguntas sobre las torturas en Abu Ghraib en el congreso. Podría haber hecho esa declaración con un ojo negro fruto de mi raqueta de squash en su cara. También yo podría estar en este momento en Guantánamo, colgado de mis pulgares y con mi raqueta de squash metida en el culo.

0 Comments:

Post a Comment

<< Home